¿Qué significa verdaderamente un zapato? ¿Qué se esconde más allá de un instrumento destinado a guarecer nuestros pies del frío, protegernos de terrenos hostiles o definir nuestra personalidad a golpe de diseños flamantes?

Dice la Real Academia de la Lengua que un zapato es un “calzado que no pasa del tobillo, con la parte inferior de suela y lo demás de piel, fieltro, paño u otro tejido, más o menos escotado por el empeine”, y que un calzado -termino que incluye botas, botines y otros derivados-, es una prenda que “cubre o protege el pie y tiene suela”. 

Suela, pie, proteger, guarecer… caminar, correr, andar, avanzar, existir… frío, calor, tierra, nieve… decenas de conceptos se agolpan alrededor del concepto, cuya simbología y significado son materia de relatos, fantasías, imaginarios y sueños.

Afirman muchos expertos, creadores de cuentos e investigadores avezados, que el calzado, básicamente un “protector” de los pies, se asocia inevitablemente con la evolución, el avance, la transformación y la dirección de la vida.

Sin embargo, no es todo tan simple. En función del color, del material y de su rol en una historia determinada, el significado puede varíar. 

Caminando por los relatos infantiles

El calzado manda un mensaje, de eso no hay duda. Desde el principio de los tiempos nos ayuda a identificar a un tipo de persona y establece una diferencia entre ricos y pobres, trabajadores y ociosos, elegantes y dejados, pretenciosos o deportistas. En los países del norte la falta de calzado significa muerte, pero en algunas tribus indígenas ecuatoriales ir descalzo es sinónimo de libertad. 

En los cuentos de hadas nos habla de un cambio de etapa o de una metamorfosis. Cenicienta entra en el reino de lo apacible cuando por fin se pone su zapato de cristal. Sus terroríficas hermanastras, que no consiguen ponérselo, quedan atrapadas en una etapa tóxica de servidumbre a su madrastra fatal. 

Las botas de siete leguas trascienden etapas y fronteras con sus zancadas enormes, el gato con botas hace fortuna a partir de la nada y Dorothy recorre de arriba a abajo un mudo mágico con un hombre de hojalata y un espantapájaros con unas merceditas rojas en sus pies.

Esos zapatos rojos son, precisamente, un terreno de elucubraciones simbólicas formidables: por lo visto en la novela en la que se basa la película - ‘El maravilloso mago de Oz’ de Frank Baum - los zapatos eran plateados, pero el productor del filme decidió hacerlo rojo, en plena era del technicolor naciente, para que sobresaliesen más en la pantalla. El efecto fue magistral, casi 75 años después del estreno son todo un símbolo de poder, triunfo, valor, vuelta a casa, cierre de ciclos y empoderamiento femenino. 

En aquellos años cincuenta esas merceditas fueron el símbolo de sueño americano y del final de cuento perfecto: son felices y comen perdices gracias al valor de una muchacha con dos coletas y un vestido azul que atraviesa mundos imposibles siguiendo unas baldosas amarillas acompañada por tres amigos y por sus zapatos brillantes.

Bailando con lobas

El símbolo de los zapatos como arma de mujer, para lo bueno y para lo malo, encuentra una explicación fabulosa en el libro ’Mujeres que corren con lobos’ de la antropóloga y psicoanalista Clarissa Pinkola, donde, a través de cuentos tradicionales y leyendas, describe las fases de evolución de la mujer fuera y dentro del mundo subterráneo. 

En su búsqueda y en la integración de la mujer salvaje, la autora compara nuestra naturaleza con la naturaleza lobuna, y explica que en el simbolismo arquetípico los pies y las patas en realidad representan movilidad y libertad.

El calzado defiende y protege aquello sobre lo que nos asentamos y que nos hace libres y, en este sentido, tener unos buenos zapatos significa nada menos que estar bien asentados y convencidos de nuestras creencias y disponer de los medios necesarios para acatarlas. 

En esta misma linea, la falta de calzado en las mujeres de los cuentos es fatal ya que, en palabras de la autora, “sin zapatos psíquicos una mujer no puede superar los ambientes interiores y exteriores que exigen agudeza, sensatez, prudencia y resistencia” y advierte, utilizando el terrorífico relato ‘Las zapatillas rojas’, contra la vanidad y la desorientación.

El cuento cuenta la historia de Karen, una niña tan pobre que no tenia zapatos y que, tras la muerte de su madre, es adoptada por una anciana rica de quien consigue, engañándola, que le compre unas zapatillas rojas. Éstas resultan estar malditas. Contenta al principio, la niña acaba sintiéndose tan presa de las zapatillas que acaba pidiendo a un verdugo que le corte los pies.

“La mujer que ha bailado la danza maldita, - dice Pinkola -, se ha perdido a sí misma, ha perdido la vida creativa y se ha precipitado al infierno con un bolso de mano barato”, una metáfora dura que hila la naturaleza y el destino de los zapatos con el de la mujer. 

Moraleja y conclusión

La simbología de los zapatos es sólida y contundente como una losa: vuelan, pisan, avanzan, inspiran, representan y bailan.

¿La moraleja? Cuidemos la forma de la que vestimos a nuestros pies.

Zapatos confortables, fabricados con cariño, útiles a la par que bonitos, hermosos sin pretensión. Protejamos a los pies como protegemos al alma: con delicadeza, fortaleza, belleza y corazón.

Guest Post: Laura Berdejo